lunes, 17 de junio de 2013

CUÁL ES LA MEJOR FORMA DE CORRER

Con los pies al aire todo parece más cómodo y menos pesado. Algunos, confiados en esta idea, optaron, optan y optarán por correr así: deportistas olímpicos como Abebe Bikila, Bruce Tulloh y Zola Budd fueron quienes, a fuerza de destreza física y plantas en contacto directo con el suelo, impusieron la moda de correr descalzos durante la segunda mitad del siglo XX. La mirada retrospectiva es válida para este fenómeno: previo al surgimiento del atletismo moderno, los corredores sólo podían correr descalzos porque no tenían zapatillas para elegir. Pero hoy, con una oferta pletórica, sigue existiendo este grupo de rebeldes que optan por el minimalismo en sus pies.
El crecimiento de esta tendencia se refleja, paradójicamente, en los diversos calzados que emulan la experiencia de desplazarse sin nada en los pies y en algunas carreras establecidas para este tipo de corredores como la NYC Barefoot Run y la NF5K.
Como si fuera poco, también está el sitio Bare Foot Running que congrega, desde mayo de 1997, a estos deportistas que impactan piel con suelo, y en el mismo horizonte aparece Correr Descalzo para promover esta movida como “la técnica ideal”.
Este panorama desplegado y asentado fue cometido la mirada de investigadores, que ponen a prueba los beneficios y perjuicios de correr descalzo.

Atención al cambio de hábito
Un estudio de la Brigham Young University analizó los riesgos existentes en la transición del ejercicio al calzado hacia esta nueva/vieja tendencia en materia deportiva.
“El paso del calzado regular a las zapatillas minimalistas puede resultar perjudicial para los huesos de los pies”, explicó Sarah Ridge, directora del estudio.

La prueba que realizó junto a su equipo consistió en observar el desempeño de 36 corredores experimentados durante diez semanas. A una mitad del grupo le solicitaron cambiar, de forma progresiva, las zapatillas por esta suerte de guantes que cubren el pie y emulan la sensación de correr descalzo. Si bien los investigadores procuraron que el paso fuera paulatino, con un aumento gradual en las distancias recorridas, los participantes que empezaron a trasladarse sin el calzado regular mostraron más lesiones e inflamaciones óseas que la otra parte al final del estudio.
“Los huesos se enfrentan al impacto de las corridas y deben remodelar su estructura para volverse más fuertes. Las lesiones severas ocurren cuando estos impactos se dan con frecuencia o con fuerza y el hueso no se encuentra del todo recuperado”, concluyó Ridge.
Los resultados de este trabajo no buscan demonizar a las zapatillas minimalistas, sino que recalcan que hay que tener especial cuidado con la forma de transición para no afectar al cuerpo y reducir el riesgo potencial de lesiones. El cuerpo crece y se adapta a determinado tipo de calzado, y es necesario que tanto los músculos como los huesos se adapten a nuevas costumbres como el ejercicio descalzo.

No importa con qué pisas sino cómo lo haces
Pero hay otro factor muy importante que puede afectar la anatomía del corredor. La forma en que el pie, calzado o descalzo, impacta el suelo también debe estar entre las consideraciones de quienes no quieren lesionarse. En este sentido, un grupo de especialistas de la Universidad de Harvard llevo a cabo un estudio para comparar el efecto generado de acuerdo al tipo de pisada.
Daniel Lieberman, director de esta investigación, partió de una base primordial: quienes corren con zapatillas tienden a impactar primero con el taco de las mismas, mientras que quienes lo hacen sin nada o con zapatillas minimalistas son más propensos a apoyar la parte central o delantera del pie.
La costumbre de taconear mientras el cuerpo se desplaza en velocidad obliga a que la parte inferior de la pierna permanezca inmóvil con el resto del cuerpo en movimiento de acuerdo a la posición de las rodillas. Esto hace que el talón sea el único punto de apoyo para absorber el peso del cuerpo, que se multiplica de dos a tres veces cuando el individuo corre.

En cambio, si se opta por utilizar la zona central o delantera de la planta del pie como centro de impacto al correr, el cuerpo experimenta menor frenada y distribuye esa fuerza entre espalda, cadera y rodillas. Lieberman reconoció que los que corren descalzos asumen esta pose y generan lo que se conoce como “energía rotacional”: el talón no para el recorrido, como si pasa en la primera opción, y sólo aparece como punto de apoyo para reducir el efecto del golpe contra el suelo.
A modo de conclusión, este equipo de Harvard coincide en que la forma de apoyo del pie resulta fundamental para evitar lesiones. De acuerdo con esta creencia, también consideran que correr descalzo o con zapatillas-guante reduce el posible malestar de los pies al aterrizar contra la superficie.
Los puntos de vista son ligeramente distintos, pero pueden sumarse. Luego de leer esto, al corredor que quiera cuidar su salud le corresponde realizar el cambio de forma paulatina y atender a la forma en la que el pie impacta contra la superficie.



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